La niña que se sienta en la orilla de la noche


La niña se sienta en la orilla de la noche
entre su realidad y el sueño.
No hay fronteras claras.
Su piel muestra marcas de fatiga,
febril le pesa el tiempo
que retarda su evasión de alas.
Triste llora bajo una higuera desnuda,
se acompaña en voces
que parecen salir de entre las ramas.

Ella sabe del abrazo sombrío,
manos oscuras que hacen memoria de silencios,
lava sueños empapados de luz,
sus pies mojados le estorban,
desesperada cobija ansias,
y con las pestañas
rompe los cristales de su calma.

Niña que nunca se va,
escondida en cortina de dudas.
Desnudo paisaje,
lleno de ocasos.
Sus ojos enrojecidos
miran su ira estacionada,
piedra que le tapa el paso,
aferrada al mástil de una estrella,
fundida en su dolor,
araña el cielo para regalarlo
a pedazos a quien lo necesite;
guarda sus secretos en vasijas,
para enjugarlos: lágrimas de luna.

Confundida esconde su corazón reja,
se adorna el pecho con poemas
para que nadie avise su vacío,
toma entre las manos tierra,
escupe esperanzas sepultadas polvo,
como si buscara resurrección.

Así, hurga en los pasillos de la muerte,
camina despacio
para no despertar al duende,
teje con sus labios
telarañas de esperanza,
silencio mal amaestrado,
tararea su canción,
perfilando huidas,
ensayadas en otro tiempo.
Se acerca la muerte,
pronuncia su nombre
que surge de un grito sucio;
lumbre alimentada de espacio,
ilusa intenta el dialogo,
quiere lavar nostalgias,
y en un dolor sin prisa, pregunta:
¿te trajo el viento, muerte,
el arrollo de luz,
mis angustias imprecisas?

Siempre te sentí.
Nunca lograste engañarme,
sombra que mancha mis días
cuando escucho, como arrullo,
tu palabra insípida,
sangrar de lengua,
que venció mis eclipses
y mis viajes por tus huesos.
Aquí no hubo cobardía,
sólo fuego que nunca se agotó,
lágrimas aprisionadas,
latir de cuerpo,
aislado de criaturas,
que nunca me dejaron creerte.

La muerte se cansa,
toma mi mano,
caminamos hacia un sendero
callado e invisible.

4 comentarios:

Mario Licón Cabrera dijo...

Muy buen retrato de la tribulaciones de la infancia, Mara, también me gusto mucho LA ENAMORADA.

En general todos son muy bienos, pero uno se queda con algo que le toco o le dijo más que otros poemas.

Un fuerte abrazo

Mario Licón Cabrera

Anónimo dijo...

Speachless... me habian hablado de tus escritos, poemas y libros pero nadie puede describir lo qe llevan ni como te dejan
y este en especial mu bueno.. saludos!

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Sin duda Posees grandes cualidades,
esa niña a logrado conmoverme, husmear en tu intimidad y conocer algo muy tuyo.

Un abrazo

Rambal