Caras de mi muerte


I


Hace falta tu boca para olvidarme,
para confundir las caras de mi muerte.
Señora, que espero y temo,
vida escarcha
pardos presentimientos que galopan
en rústico devenir conciencia,
relámpago duelo que burla a Dios,
vuelven calosfrío tus ansias,
tatúan la memoria,
gemido arrepentimiento…

Abro mis ojos,
despierto extraños abismos;
mis lágrimas son velos que cubren
miedos y vergüenzas.

¿De dónde vienen tus gritos?
¿Qué quieres, ahora?
Como respuesta,
tu llanto siembra flores en el cemento,
acto de fe, ciegos que no entienden el mensaje,
indolente presagio desbaratando presentes,
realidades desoladas,
risa escandalosa de alma triste
que se esconde de ti, como yo misma,
engañándome felicidad prestada.

II

Mis ojos invocan metáforas,
y al azar de un encuentro,
los demonios te delatan mi verdugo;
almaceno furia,
me sufro,
nada podrá lavar mi tristeza…

Piedra laja eres,
relicario doliente,
trozos de lo que fuimos.

Escribo pesadillas,
historias contigo,
rayas las palmas de mi mano:
diminutos laberintos
que recuerdan el mapa de tu niebla,
trasmigran a países
donde los cuervos cautivos del dolor,
son príncipes con el pelo oscuro como yo,
y sus ojos ven las otras niñas
que platican con la muerte,
visitan entierros desconocidos,
se nutren de miseria,
consagran sufrimiento.
Eterna veladora que devela el aire quieto,
donde tu nombre danza y esparce mi silencio.

III

Invoco,
grito decadente,
paz de mi memoria;
réquiem de cuento inacabado,
final historia,
que empieza
a desmoronarme.

No hay comentarios: