La enamorada


La enamorada pasea con la luna al brazo,
ruge al viento su intrepidez,
pájaros negros hacen su corte,
le columpian la risa
y ella, deslumbrada, no admite respuestas
del mensaje de Dios.

La gente le mira con asombro
mientras invoca seres que soporten
su peso amoroso por el mundo.

La enamorada cruza el puente de su realidad,
oscura se distingue,
se acomoda en barracas de olvido;
un viento agrio juega con su pelo:
labios hormigueantes
que le devuelven sed.

¿Sabe Dios de sus pendientes?
pregunta cuando cala la espera,
y una parvada de cuervos impide el paso;
entonces, reconoce su carga
y cierra los ojos para siempre.

1 comentario:

Flora Isela Chacón dijo...

ay, hasta se enchina la piel!!
qué bárbara!