Tan lejos de la piedad,
como la queja
tan frío a la palabra como la piedra
inconmovible a la revelación
como si mi oficio fuera de hueso
Emily Dickinson
I
Entre sombras
veo apariciones que llegan
veo apariciones que llegan
desde mi partida.
Ellas enseñan
a esculpir grietas
a esculpir grietas
del espíritu demolido que soy;
te encuentro conversando,
haciéndolas como íntimas,
arremolinando tu memoria.
Ellas me sustituyen,
dictan realidad a dosis,
atrapan el país oscuro
que sólo tú conoces,
ése, donde las estaciones
y el calor no existen.
Cargo en mis noches
el peso de tu mundo,
invito a la piedad
a extinguir el infierno que nos quema,
presiento su arribo
espero una silla con mi nombre
que impaciente, al igual que tú,
aún me pertenece.
II
el peso de tu mundo,
invito a la piedad
a extinguir el infierno que nos quema,
presiento su arribo
espero una silla con mi nombre
que impaciente, al igual que tú,
aún me pertenece.
II
Sales de donde nunca estuviste:
el color de mis uñas;
vienes del cariño arrumbado,
desde el closet alguna vez nuestro,
que encuentra la manera de hacer mella.
el color de mis uñas;
vienes del cariño arrumbado,
desde el closet alguna vez nuestro,
que encuentra la manera de hacer mella.
Estás regado en cada espacio
que logro armar,
en cada triunfo,
siempre pendiente de mi caída.
La ausencia de Dios
se vuelve más intolerable.
Cansada continúo
soy pieza unida por alambres,
cada vez más acorde
al espacio de tu espectro.
que logro armar,
en cada triunfo,
siempre pendiente de mi caída.
La ausencia de Dios
se vuelve más intolerable.
Cansada continúo
soy pieza unida por alambres,
cada vez más acorde
al espacio de tu espectro.